lunes, 6 de mayo de 2013

¿ABUSAMOS DE LAS ACTIVIDADES EXTRAESCOLARES?

Más del 90% de los alumnos de enseñanza obligatoria realiza alguna actividad extraescolar. ¿Cargamos demasiado la agenda de nuestros hijos a costa de su tiempo libre? Dos expertas nos dan su opinión.

Rosa Jové, psicólogo infantil y directora del centro médico CMS.
Estoy en contra de las actividades extraescolares tal y como se llevan a cabo en la actualidad, ya que deben cumplir varios criterios que ahora no existen. En primer lugar, han de ser elegidas por los propios niños. Hay tantas actividades que es imposible hacerlas todas, por lo que, almenos, que sean las que a ellos les gustan.
En segundo lugar, si un niño ha elegido una actividad y al cabo de un tiempo deja de gustarle, es mejor que la abandone o cambie por otra, y no empeñarse en que siga con ella. Todo el mundo tiene derecho a equivocarse (¿cuántas veces te has apuntado al gimnasio y no has ido?). Obligándoles solo conseguirás que lo odie. 
En tercer lugar, los niños deben disponer cada día de un tiempo de ocio para que hagan lo que quieran y puedan jugar libremente. Un exceso de actividades genera estrés, y puede angustiar a los pequeños por tener que hacer deberes acumulados y más deprisa. Los padres deben evitar estas situaciones, ya que reducen su capacidad de memoria. 
En la actualidad muchos padres quieren hacer de sus hijos una obra de arte que enseñar al mundo. Este tipo de actitudes produce baja autoestima en el niños ("no valgo tal como soy"), retrasa sus aprendizajes (el estrés le bloquea la memoria), y se le prohibe elegir, privándole así de uno de sus derechos fundamentales.
Si los niños pueden elegir la actividad libremente, decidir cuándo y cómo va a hacerla, y seguir disponiendo de tiempo para jugar, me parece bien que hagan alguna actividad extraescolar. Pero mientras estos criterios no se den -como vemos que ocurre hoy en día a menudo-, no las apoyo.


Susana Aldecoa, directora del colegio Estilo (Madrid).
Disfrutar aprendiendo es una de las claves de la formación de un niño. Es importante educar para saber vivir, para saber ser feliz; la felicidad es escurridiza, pero es absolutamente necesaria para un ser humano.
El respeto al desarrollo en armonía de la personalidad del niño es mejor andamiaje para su vida adulta.
Educar es enseñar a pensar, a despertar su curiosidad, su capacidad de análisis e investigación, su potencia creativa. ¿Qué papel juegan las actividades extraescolares en este entramado educativo y emocional? En mi opinión, puede ser un estupendo complemento al colegio, y no solo desde un punto de vista formativo, sino también lúdico.
El abanico de propuestas es variado: música, arte, ballet, idiomas, deportes... Elegir, y hacerlo bien, es una misión de los padres, y el éxito de la decisión residirá en saber acompasar esas actividades con la vida, el colegio y el ocio del niño. Pero hay una medida, y la sensatez y el sentido común deben marcar la frontera del tiempo y número de actividades que realiza.
Porque cada vez tienen una jornada más larga comparable al horario de un adulto, y los más pequeños no pueden ser bombardeados, indiscriminadamente, con extraescolares que ocupen todo su tiempo libre. Hay que elegir una o dos con un horario sensato y no diario. No hay que olvidar que ellos también necesitan tiempo para sí mismos, un espacio de libertad que yo consideraría sagrado para que no se sientan sobrepasados. 
Actividades esxtraescolares sí, pero como el título de la novela de Jane Austen, con sentido y sensibilidad. De este modo, los niños incorporarán a su formación conocimientos y disciplinas que disfrutarán.

Y tú, ¿qué opinas?

Revista Telva. ABRIL 2013